jueves, 26 de noviembre de 2009

Cena romántica

La música llega desde el living y apenas se escucha. Recorre el largo pasillo y parece perderse en algún punto de éste. Sin embargo, en la cocina, el gotéo peregrino de la canilla marca el compás, y nosotros lo seguimos. Debe ser que uno sólo oye lo que quiere.

En la habitación se respira un aire cada vez más denso. Las sábanas son un puff para enano tiradas en el piso y dentro de los placares, los pudores juegan al cuarto oscuro. La luz que se filtra por las persianas marca la hora del desayuno, pero nosotros todavía estamos con el postre.

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