martes, 2 de agosto de 2011

Evasores

Salís a correr. Un poco para hacer ejercicio y bajar la panza (eso sabés que es mentira), otro poco para ocupar el tiempo libre, o bien para dejar de hacer lo que tendrías que estar haciendo. También corrés de tu destino (una casa de soltero sucia y sin provisiones puede ser el mejor escenario. Igual te espanta) ¡Corrés, porque toda tu vida corriste! Te escapaste cada vez que pudiste en el colegio, en el barrio o en club (si te sentís representado con la última opción, sos cheto… corré)

La idea siempre fue correr para no dar la cara. Correr, correr, correr. ¿A qué te recuerda? Se te puede venir a la cabeza Forest, pero hasta ese bobo es más útil y buen tipo que vos, o Flash (¿era Flash o Flash Gordon? No, es que estás gordo) Así que también corrés de tus pensamiento, de tus recuerdos, de tus miedos y hasta corrés de tus virtudes… por inseguridad (a ver si me ve la hilacha).

Hoy safás porque correr es cool, hacer running tiene onda, ir a la plaza en frente de ATC te hace pertenecer a esa elite, ese grupo de hombre y mujeres que corren, ese séquito de deportistas frustrados que esquivan conos como pizzas de Huggies.

¿Corrés?, ¿corremos?, ¿corriste? Para escaparte de la realidad, sin dudas, es más de barrio fumarte una tuca, mirar los Simpson y bajonear Criollitas con queso.

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